El Grito Silencioso - Kenzaburo Oé

El grito silencioso, una extraordinaria novela de Kenzaburo Oé, supuso un paso esencial en la consolidación de su singular mundo narrativo. De hecho, éste era su libro más conocido y mejor valorado en Occidente hasta que, en 1994, la concesión del premio Nobel despertara un creciente interés por el conjunto de su obra. La historia de dos hermanos, Mitsusaburo -«Mitsu» y Takashi -«Taka»-, a la búsqueda de descifrar los complejos signos de un destino que anuda lo intransferiblemente personal a las determinaciones de la tradición y del linaje, arrastra al lector hacia un vértigo alucinado de acción y reflexión, que avanza en un movimiento espiral. Los hermanos viajan a la isla de Shikoku, tierra de sus orígenes, persiguiendo las trazas de un antepasado que cien años antes -justo cuando Japón emprendía su intempestiva modernización- había capitaneado una revuelta campesina; Taka, que se identifica con él, para emular su coraje lleva a los muchachos del equipo de fútbol que dirige a rebelarse contra «el emperador del supermercado» (de ahí el subtítulo con el que se conoció esta novela: El primer partido de fútbol de la era Man''en ). En esa cínica degradación del ideal por la que un hombre apuesta su vida y la de sus prójimos se esconde una de las claves de esta historia terrible. Las otras pueden hallarse en el ojo ciego de Mitsu, que ve lo que los otros son incapaces de apreciar; en la decadencia a la que se abandona su esposa tras el nacimiento de su hijo retrasado; en la violencia sorda y constante que atraviesa toda la narración, aun en sus momentos hilarantes, como un auténtico «grito silencioso». Verdaderamente prodigioso en su capacidad de anudar mito a historia, alucinación y lucidez, irritación y ternura, anécdota y parábola, para señalar en un gesto casi desinteresado la enorme profundidad del pozo de locura que se abre bajo las existencias aparentemente « normales», Oé ha sido comparado por esta novela con Céline y Jean Genet y, por supuesto, con Dostoievski.

Comentarios

  1. Kenzaburo Oé

    Nació el 31 de enero de 1935 en la ciudad de Ose, en Japón. Allí vivió su niñez, en medio de la II Guerra Mundial.

    De 1954 a 1958 estudió en la Universidad de Tokio literatura francesa, graduándose con una tesis sobre Jean Paul Sartre. En 1958 recibió el premio Akutagawa por su narración La presa.

    Desde la aparición de sus primeros cuentos en la década del sesenta, este escritor y ensayista ha ocupado un lugar esencial en la literatura japonesa de la posguerra.

    En 1963 nació su hijo Hikari (Luz), retrasado mental, quien lo inspiró en varias de sus obras. Este mismo año viajó a Hiroshima para conocer los efectos de la bomba atómica de 1945 y entrevistar a los sobrevivientes heridos por las bombas.

    Formado en la tradición francesa, profesor en el Colegio de México durante la década del setenta, conocedor de la literatura hispanoamericana, Oé alcanzó notoriedad en Occidente a partir de los años ochenta con La presa (1958); Una cuestión personal (1964) y El grito silencioso (1967).

    Su obra es, al mismo tiempo, un retrato del Japón de la posguerra y de sus infiernos personales, en la cual aparecen personajes cautivos, siempre al borde de lo autobiográfico. Una muestra de su mundo atormentado es Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura (1969).

    Seguidor de Dante, Erasmo y Rabelais, entusiasta lector del Quijote, Oé manifestó siempre su adhesión al personaje de Sancho Panza. Defendió la necesidad de refundar el humanismo y se reconoció a sí mismo como un pesimista.

    Otras de sus obras son: Las aguas han inundado mi alma (1973), Juegos contemporáneos (1979) y la novela de ciencia ficción La torre del tratamiento (1990).

    En 1994 recibió el Premio Nóbel de Literatura, siendo el segundo escritor japonés en recibirlo, tras Yasunari Kawabata.

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