Leer como hábito, como rutina, como placer, leer para saber, para pensar,
para imaginar. Leer como forma de vida. Leer para ser.
La lectura ha formado parte de mi vida desde mi niñez. Seguramente influyó
mucho la gran biblioteca que había en casa. Al principio tímidamente y luego ya
sin vergüenza fui desentrañando sus tesoros buscando, revolviendo, hurgando, leyendo en
orden y desorden, por la mañana, por la noche, de vacaciones y en época de
clases. Y no me conformé con lo que allí había y salí a buscar más y recorrí
librerías quedándome largos ratos en cada una para saciar mi sed de leer, casi
una adicción dulce e implacable para la que no existe tratamiento de rehabilitación,
ni lo quiero, gracias, estoy muy bien así.
Y acá estoy, ahora con mis libros en papel y los digitales, feliz, viviendo
mil vidas y aventuras y recorriendo un sinfín de territorios reales e
imaginarios y mientras lo disfruto, pienso… ¿Se puede pedir algo mejor?
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